Los ciudadanos tienen el derecho (y el deber, no lo olvidemos) de participar, porque no son meros súbditos que se callan, que acatan y cumplen las leyes, que pagan la sanción correspondiente cuando las infringen y que, en definitiva, obedecen. Los ciudadanos no son profesionales de la obediencia, sino de la responsabilidad. La condición de súbdito tiene su órbita en el poder. No son tampoco meros clientes que opinan sobre las ventas y las compras, que analizan el mercado y que hacen transacciones según sus intereses. La condición de cliente orbita sobre el dinero. Cada vez somos más…
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