Volvemos a la escuela y, sobre el territorio adolescente de los aprendizajes y la convivencia, lloverá la preocupación pública sobre la salud mental. Los adolescentes nos recuerdan que, cuando la vida parece carecer de sentido, necesitamos una búsqueda compartida de él.
En los primeros días de verano recibí un wasap de Mónica, una adolescente de dieciséis años a la que le había regalado un ejemplar de la novela Todavía he de vivir. Me daba las gracias y se extendía en comentarios sobre la estructura literaria. Especialmente significativo fue, para mí, su final, pues decía:
Entre otras…