Pero ¿por qué tiene que haber normas?
Las normas se convierten en fuente de aprendizaje y facilitan el desarrollo de la autonomía, la responsabilidad y el sentido crítico.
Sin embargo a la hora de establecer los límites, nos suelen surgir muchas dudas: ¿cuántas normas debo poner?, ¿es conveniente poner muchas o es mejor que sean pocas?, ¿debo castigar el incumplimiento de las mismas?, ¿cuánto tiempo tengo que esperar a que obedezcan antes de que cumplan las consecuencias?
Si bien no hay recetas ni soluciones mágicas que den respuestas a estas cuestiones, sí veremos a continuación…