Desde que somos niños, aprendemos que nuestra felicidad depende de hechos externos. Así, cuando las cosas no salen como esperamos, todo zozobra en nuestro interior. Los maestros tenemos la responsabilidad de educar. Constantemente estamos entregados a nuestros alumnos y alumnas, pendientes de sus ritmos, aprendizajes, actitudes y rendimientos. En esta entrega, a menudo de manera inconsciente, nos dejamos la voz o los nervios, padecemos cuadros depresivos y nos doblamos, con la espalda dolorida, convirtiéndonos en víctimas de nuestras “malas” posturas.La práctica de yoga incide sobre el…